martes, 19 de enero de 2010

“Era estar vivo en una tumba”

Felicidad. Maxi Phalone llora de felicidad luego de que sacaran viva a su hermana entre los escombros de un edificio, ayer.

Puerto Príncipe.- Rose-Marie llora desde que fue liberada de los escombros del restaurante en el que estuvo atrapada cuatro días. La joven aguardó a los equipos de rescate rodeada de los cadáveres de amigos con los que cenaba y según los médicos, aún no se da cuenta de que sobrevivió.

“Sólo repite nombres y gime. Cree que está todavía en ese restaurante”, afirma la enfermera que le cura las numerosas heridas sufridas.

En una cama cercana de este hospital de campaña israelí creado a las afueras de Puerto Príncipe, Jacky Desbois revive una y otra vez los dos días que pasó bajo las ruinas de una iglesia hasta que unos vecinos vinieron a rescatarlo.

“Era como estar vivo en una tumba. Yo creía que Dios no podía abandonarme y rezaba pero creí volverme loco.

Pensé que iba a morir allá y nunca me encontrarían”, recuerda. “Unos amigos me sacaron pero me rompieron la pierna. Ahora me tienen que operar pero estoy feliz de estar vivo. La pierna no me importa”, afirma.

Entre las ruinas
Seis días después del violento sismo, algunos sobrevivientes siguen apareciendo entre las ruinas. Son cada vez menos y en peor estado pero los equipos de rescate mantienen viva una pequeña esperanza. El último “milagro” en llegar a este hospital israelí es Jean Louis Brahms, un bebé de ocho meses que pasó cinco días enterrado entre las ruinas de su casa hasta que su llanto traspasó las piedras y fue escuchado por un vecino que llamó a los cascos azules de la ONU.

“Pasé varios días por nuestra casa, esperé, llamé y no había respuesta. No podía quedarme allí, no podía aceptar la muerte de mi hijo, saber que estaba muerto entre las piedras y me fui”, cuenta su madre, entre lágrimas. El padre del niño y su hermano mayor salieron de la casa a tiempo y sólo resultaron heridos, pero el pequeño Jean Louis quedó atrapado en la casa.

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