Río de Janeiro, 6 abril (EFE).- Un aguacero de proporciones diluvianas que comenzó en la tarde del lunes y se prolongó hasta la mañana de hoy dejó al menos 77 muertos y 13 desaparecidos en el estado de Río de Janeiro, cuya capital quedó sumida en el más absoluto caos.
El temporal, que en un comienzo estuvo acompañado por vientos de hasta 70 kilómetros por hora en algunas zonas, causó deslizamientos de tierra en numerosas colinas de la ciudad de Río de Janeiro y municipios vecinos que se llevaron por delante humildes viviendas y sepultaron a muchos de sus habitantes.
Según el cuerpo de bomberos, el mayor número de muertos se ha contabilizado en la propia Río, donde cifras parciales indican que al menos 30 personas perecieron por derrumbes en los barrios de Andaraí y Jacarepaguá, así como en favelas que ocupan los morros Dos Prazeres, Borel, Dos Macacos y Turano.
Otras 22 muertes, también por deslizamientos de tierra, han sido registradas en Niteroi y 13 en Sao Gonzalo, ambas ciudades vecinas de Río de Janeiro, y el resto en otras localidades del estado, como Petrópolis, Nilópolis y Paracambí.
La cifra total de fallecidos sube con el paso de las horas y, a juzgar por los informes que llegan sin cesar a la Defensa Civil sobre nuevos deslizamientos y desapariciones, el número de víctimas fatales de esta tragedia seguramente superará el centenar.
El aguacero, que duró unas 17 horas y que no ha cesado del todo, convirtió en auténticos ríos muchas calles y avenidas de la ciudad, donde en la mañana de hoy era prácticamente imposible circular, mientras la gente hacía peripecias para tratar de llegar al trabajo lo menos empapada posible.
El alcalde Eduardo Paes pidió desde temprano a la población que, para evitar males mayores, lo mejor era permanecer hoy en casa.
Con el tráfico de vehículos colapsado, los establecimientos educativos suspendieron las clases, el comercio no abrió las puertas, las empresas funcionaron a media marcha por la disminución de trabajadores y la habitualmente soleada Río de Janeiro estuvo cubierta hoy por un manto gris y prácticamente desierta.
Los gobernantes se han apresurado a culpar de la tragedia a la meteorología y a sus antecesores por permitir el crecimiento desordenado de las favelas en las faldas de los morros de la ciudad que será sede de los Juegos Olímpicos del 2016 y una de las subsedes del Mundial de Fútbol de 2014.
Paes eximió su gestión de cualquier responsabilidad al señalar que la culpa de las muertes y del caos fue exclusivamente del mal tiempo, causado por un frente frío que se juntó con aire caliente sobre el sudeste de Brasil, según los expertos.
"La alcaldía estaba preparada. No había previsión de lluvia de esa intensidad", dijo el funcionario, quien aseguró que no hay red de alcantarillado que resista un volumen de agua como el que azotó a Río de Janeiro.
De acuerdo con los meteorólogos, en algunas partes de la ciudad cayeron en menos de doce horas 300 milímetros de lluvia, el doble de lo previsto para todo el mes de abril.
El gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, declaró el estado de emergencia y pidió a quienes viven en zonas consideradas de riesgo de deslizamientos que abandonen sus viviendas para evitar tragedias mayores.
Cabral declaró al canal de noticias Globonews que en Río de Janeiro "la ocupación del suelo urbano no es tratada con la debida seriedad" y aseguró: "Nada justifica esa incapacidad del poder público de impedir construcciones en áreas de riesgo".
El gobernador pidió "por el amor de Dios" que quienes viven en áreas de riesgo salgan de sus casas y busquen centros de asistencia social, ante las proyecciones de los meteorólogos de que las lluvias continuarán hasta el jueves, aunque con menor intensidad que las de las últimas horas.
Mientras tanto, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, apeló a la ayuda divina ante la magnitud del desastre, en una entrevista que dio a una radio local.
"Lo único que se puede hacer en este momento es pedirle a Dios que pare un poco la tempestad para que se recupere la normalidad", dijo Lula, quien tuvo que cancelar la mayoría de los compromisos oficiales que tenía hoy en la ciudad.
Según Lula, "Río de Janeiro está preparado para hacer las Olimpiadas, para hacer la Copa del Mundo con mucha tranquilidad" y señaló que así como en Chile "el pueblo sigue viviendo y construyendo su vida" a pesar de los terremotos, Río volverá a la normalidad.
El temporal afectó también las operaciones de los dos aeropuertos de la ciudad, el Santos Dumont y el internacional Tom Jobim, donde numerosos vuelos fueron cancelados hoy o salieron con considerables atrasos, según la estatal Infraero, que administra las terminales aéreas.
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