“Necesitamos asistencia, recursos humanos”, indicaba a Clave Digital el médico Máximo Canela, director Nacional de Emergencias de la Secretaría de Salud (SESPAS), mientras con un radiotransmisor en la mano coordinaba de forma paralela la llegada de una ambulancia con heridos, de una vieja y polvorienta camioneta privada con una mujer grave, así como el traslado de otras víctimas a hospitales cercanos.
Canela, quien este sábado estuvo a cargo de la coordinación de labores del nosocomio, aseguró que la SESPAS ha provisto a ese hospital de medicamentos y materiales gastables suficientes, pero aún falta el apoyo humano, de médicos ortopedas y de traumatólogos, especialmente.
Flujo de heridos
Sólo durante el sábado, el pequeño centro asistencial de Jimaní recibió al menos 60 pacientes, algunos de ellos con politraumatismos. Incluso por la tarde fueron llevados al nosocomio dos personas con fracturas de la cadera, consideradas por Canela como graves.
Por ello, los gritos de dolor de una mujer mayor que era bajada desde una vieja camioneta pick up por sus parientes, usando para ello un colchón improvisado como camilla, pasaban desapercibidos en medio del dolor de decenas de pacientes que con yesos en alguna de sus extremidades yacían en los pasillos del hospital mientras el equipo médico local, los galenos de la Cruz Roja y cooperantes internacionales se afanaban para atender a cada uno.
Desde la madrugada del 13 de enero, poco después de que el terremoto de 7.0 grados en al escala de Richter destruyó gran parte de Puerto Príncipe, el hospital ha recibido alrededor de 300 pacientes, además de que sólo el sábado realizó 14 cirugías.
Y como el propio Canela reconoce la necesidad de especialistas para atender casos graves, el hospital transfiere a diario una decena de heridos graves a otros nosocomios, como el hospital regional de Azua o a Santo Domingo, aunque en menor cantidad.
El arribo constante de heridos no es, sin embargo, el único problema que enfrenta el hospital. Junto con las víctimas llegan sus familiares que, como Joseph Casseus, no quiere separarse de su madre que presenta varias fracturas.
Casseus tampoco tiene idea de dónde dormirá o adónde conseguirá alimentos, pues lo principal por ahora es “atención médica” para su madre.
A los parientes de las víctimas “los enviamos la Fortaleza (de la Policía de Jimaní) para que reciban apoyo psicológico”, aseguró Canela en referencia al local que, muy cerca del hospital, se ha convertido en un gran centro para la llegada de la ayuda humanitaria, antes de su partida hacia el otro lado de la frontera.
Y como si fuera poco, el hospital debe de enfrentar constantemente la burocracia. “Bueno, doctor, habrá que ver, eso hay que pedírselo al síndico”, le respondió uno de los voluntarios al médico Canela cuando le pedía que retirara la basura que se acumulaban en el estacionamiento.
“Además, yo hago lo que puedo; sólo soy un voluntario”, insistía el hombre ante las exigencias del galeno.
Ayuda humanitaria
Pero no sólo la SESPAS ha mantenido el suministro de materiales gastables para la atención de víctimas del terremoto en el hospital General Melenciano. Un grupo de organizaciones no gubernamentales entregaron el sábado un camión con materiales gastables y sábanas provistas por Aldeas Infantiles, el Comité de Solidaridad con Haití y la Cámara de Comercio Domínico-Haitiana.
Y como punto neurálgico de la atención médica a los heridos que llegan al país, el nosocomio también recibió la visita de la Primera Dama, Margarita Cedeño, para expresar su solidaridad