sábado, 16 de enero de 2010

Pandillas toman control de calles de Haiti; riesgo de revuelta social por hambre








Fuente: ElUniversal.com

PUERTO PRÍNCIPE.— El demoledor golpe que propinó el sismo de 7.3 grados a la empobrecida Haití representa, cuatro días después, sólo la punta del iceberg de una tragedia de proporciones incalculables: la inminente emergencia sanitaria, el caos, la falta de gobierno, el hambre y la desesperanza alimentan una violenta revuelta social, cuyos primeros síntomas ya dominan las calles de esta capital.



Los saqueos, los enfrentamientos entre ciudadanos por alimentos o por la protección de las pocas posesiones que aún conservan algunos, se suman a la aparición de pandillas que recorren las calles en actitud de rapiña.


En Puerto Príncipe, la ciudad más poblada de La Española, la más pobre y marginada, el hedor que despiden cientos, miles de cuerpos en descomposición, domina cada esquina, cada cuadra, lo que parece ya no importar a nadie, en contraste con la falta de alimentos que genera irritación en la gente.


Los gritos y los insultos mutuos se incrementan conforme avanzan las horas. En esta capital se aviva un polvorín que está a punto de estallar.


Una pequeña botella de agua cuesta más de un dólar, pero hay paquetes con seis botellas de un litro y medio que se cotizan en 30 dólares.


El desabasto se recrudeció. No hay nada y se prevén mayores actos de saqueo y violencia a los ya registrados, cuando la ayuda humanitaria fluya. La población ya está desesperada.


En algunos puntos de la ciudad especialistas procedentes de Bélgica son quienes se encuentran más activos, y junto a ellos los de República Dominicana, Costa Rica y Bolivia. Distribuyen alimentos sólo a unos cuantos. La mayoría no alcanza nada. Las filas para recibir comida comienzan a crecer.


En Puerto Príncipe ya se vive una virtual emergencia sanitaria; la muerte es parte de un escenario que cobra tintes macabros. El Hospital General se encuentra atiborrado, y no sólo de heridos, que ya se cuentan por miles, sino de cadáveres que son apilados por decenas en los patios del nosocomio.


Hoy Haití no tiene autoridad y de su presidente, René Préval, no se sabe nada. El único funcionario público que apareció ayer fue el ministro de Salud, Alex Larsen, quien calculó en 50 mil los muertos y en 250 mil los heridos








Fuente: ElUniversal.com















Ante la lentitud en la distribución de ayuda, algunos haitianos han optado por buscar cosas útiles entre los edificios colapsados de Puerto Príncipe

PUERTO PRÍNCIPE.— El demoledor golpe que propinó el sismo de 7.3 grados a la empobrecida Haití representa, cuatro días después, sólo la punta del iceberg de una tragedia de proporciones incalculables: la inminente emergencia sanitaria, el caos, la falta de gobierno, el hambre y la desesperanza alimentan una violenta revuelta social, cuyos primeros síntomas ya dominan las calles de esta capital.



Los saqueos, los enfrentamientos entre ciudadanos por alimentos o por la protección de las pocas posesiones que aún conservan algunos, se suman a la aparición de pandillas que recorren las calles en actitud de rapiña.


En Puerto Príncipe, la ciudad más poblada de La Española, la más pobre y marginada, el hedor que despiden cientos, miles de cuerpos en descomposición, domina cada esquina, cada cuadra, lo que parece ya no importar a nadie, en contraste con la falta de alimentos que genera irritación en la gente.


Los gritos y los insultos mutuos se incrementan conforme avanzan las horas. En esta capital se aviva un polvorín que está a punto de estallar.


Una pequeña botella de agua cuesta más de un dólar, pero hay paquetes con seis botellas de un litro y medio que se cotizan en 30 dólares.


El desabasto se recrudeció. No hay nada y se prevén mayores actos de saqueo y violencia a los ya registrados, cuando la ayuda humanitaria fluya. La población ya está desesperada.


En algunos puntos de la ciudad especialistas procedentes de Bélgica son quienes se encuentran más activos, y junto a ellos los de República Dominicana, Costa Rica y Bolivia. Distribuyen alimentos sólo a unos cuantos. La mayoría no alcanza nada. Las filas para recibir comida comienzan a crecer.


En Puerto Príncipe ya se vive una virtual emergencia sanitaria; la muerte es parte de un escenario que cobra tintes macabros. El Hospital General se encuentra atiborrado, y no sólo de heridos, que ya se cuentan por miles, sino de cadáveres que son apilados por decenas en los patios del nosocomio.


Hoy Haití no tiene autoridad y de su presidente, René Préval, no se sabe nada. El único funcionario público que apareció ayer fue el ministro de Salud, Alex Larsen, quien calculó en 50 mil los muertos y en 250 mil los heridos