Agentes policiales, adscritos al Departamento de Investigaciones de Falsificaciones, desmantelaron una banda que se dedicaba a clonar tarjetas de crédito y falsificar cédulas, las cuales eran entregadas a distintas personas, especialmente mujeres, para que realizaran compras en establecimientos comerciales, lo que le permitía obtener de manera fraudulenta grandes beneficios. Los estafadores adquirían mayormente televisores plasmas, baterías para inversores, relojes, fines de semanas en distintos hoteles y pasajes aéreos, entre otros artículos que pueden ser revendidos con facilidad.
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