viernes, 22 de enero de 2010

Millonario pone en marcha su propia misión de asistencia


JIMANI, República Dominicana . — Igual que muchas personas alrededor del mundo, cuando Jeremy Johnson se enteró sobre el terremoto que sacudió a Haití, sintió que debía ayudar a las víctimas.
De inmediato habló con sus socios y con un grupo de amigos, y en pocos días logró reunir cientos de kilos de comida y artículos de primera necesidad, cirujanos y personas dispuestas a ir a Haití. ¿Cómo llevar toda esa carga? Para él fue fácil: en sus propias aeronaves.
A los 34 años, el empresario, que se dedica a mercadeo y publicidad por internet, de pelo rojo y pecas, ha hecho una fortuna tal que le permitió llegar a la zona devastada con dos aeronaves y un helicóptero propios, y hasta le sobró dinero para comprar —al contado— otros dos helicópteros en República Dominicana tras darse cuenta de que era insuficiente la transportación para repartir todo lo que había recolectado.
"He sido una persona muy bendecida", dijo Johnson en una entrevista con la AP en el campamento de operaciones que montó en Jimaní, ciudad dominicana en la frontera con Haití, y tras un largo día de recorrer varias comunidades aisladas a las afueras de Puerto Príncipe.
"Creo firmemente que la vida que vivo no es la que yo he creado sino la que me han dado, así que para mí, quedarme sentado y relajado y simplemente enviar dinero, me hacía sentir como un ingrato. Yo puedo hacer más que eso", explica sobre sus motivos de generosidad.
El magnate, que dice haber terminado la escuela superior "de milagro" y confiesa que muchos lo consideraban un "chico problemático", va vestido simplemente de jeans desgastados, gorra, tenis y una camisa con un pequeño signo de paz y la leyenda "La vida es buena".
Sin embargo, algunos de sus negocios han atraído la atención de autoridades estadounidenses, como en el estado de Utah donde nació.
La División de Protección al Consumidor de Utah envió al negocio actual de Johnson, iWorks Inc., decenas de citaciones entre el 2006 y el 2007 para presuntas prácticas engañosas y fraudulentas. Los casos fueron desestimados luego que la compañía, dedicada a la venta de programas de instrucciones a personas que desean subsidios o préstamos gubernamentales, aceptó cambiar su mecanismo de ventas y entregó reembolsos a clientes insatisfechos.
En febrero del 2001, la Comisión de Valores y Bolsa de Estados Unidos acusó a Johnson de declaraciones falsas en relación a que el empresario recomendó a inversores comprar acciones en una compañía sin mencionar que era accionista. El caso fue resuelto sin admisión de ilícito alguno.

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